La accesibilidad no debería ser una cuestión secundaria en el diseño de espacios públicos o privados. Sin embargo, es habitual encontrar “errores tontos” de accesibilidad o fácilmente evitables con un mínimo de sentido común o conocimiento técnico. Aquí te presentamos 10 ejemplos muy reales que, aunque parezcan absurdos, siguen ocurriendo hoy en día.
1. Rampas imposibles
Las rampas con una inclinación demasiado pronunciada, sin presencia de barandillas o con superficies o pavimentos resbaladizos no solo son inútiles: son peligrosas. En ocasiones, los técnicos homologados AIS encuentran rampas “que solo sirven para jugar como si fueran toboganes”.

2. Tiradores en puertas correderas que reducen el hueco de ancho de paso
Parece mentira, pero no lo es. Huecos de paso que cumplen la normativa, pero que, al instalar el tirador, se recude en pocos centímetros, pero lo suficiente para impedir el paso de una silla de ruedas.

3. Encaminamientos que no llevan a ninguna parte
Algunos encaminamientos podotáctiles, cuya función es guiar a personas con discapacidad visual que usan bastón, terminan en una pared, un obstáculo o simplemente… en nada. Esto desorienta en lugar de orientar; e incluso puede provocar situaciones peligrosas. “Hemos visto encaminamientos que terminar en la acera, donde ni siquiera hay un paso de cebra. Peligrosísimo”, explican los técnicos AIS.
4. Plazas de aparcamiento adaptado… demasiado pequeñas
Una plaza reservada, o plaza de PMR, no sirve de nada si no permite abrir completamente la puerta para sacar una silla de ruedas o descender con ayuda. O si no hay espacio para la rampa lateral de un vehículo adaptado. “Muchas personas te preguntan para qué quieren el espacio de acercamiento. No piensan que un usuario en silla de ruedas lo necesita para poder subir al vehículo”, explica un técnico AIS.

5. Pavimento podotáctil de advertencia… frente a una puerta
Colocar pavimento podotáctil de advertencia justo delante de una puerta crea una contradicción: alerta de un “peligro” que en realidad es una salida o entrada.
6. Tiradores tipo pomo
Los pomos redondos pueden ser casi imposibles de girar para personas con movilidad reducida en las manos o con poca fuerza. Algo tan pequeño puede impedir el acceso a un espacio, como un aseo, por ejemplo.
“Tener problemas de movilidad en las manos no implica tener una discapacidad física, pero hay que tenerlo en cuenta para que el espacio sea usable para todas las personas”, comentan los técnicos AIS.

7. Escaleras delante del acceso accesible
A veces hay una rampa o ascensor… pero para llegar a ellos hay que subir escalones. Un sinsentido que convierte lo accesible en inaccesible.
8. Baños accesibles llenos de obstáculos
Diseñaron los aseos adaptados correctamente, con el espacio necesario, barras a ambos lados perfectamente instaladas, lo señalizaron correctamente, y se instalaron alarmas. Todo perfecto. Y en su uso diario se convirtió en un almacén, o se instaló un armario para útiles de limpieza… Convirtiendo el baño en no usable para personas con discapacidad. Un claro error ‘tonto’ de accesibilidad fácilmente evitable.

9. Ascensores nuevos sin prestaciones accesibles
Parece imposible, pero ocurre: se instala un ascensor moderno sin indicadores sonoros, sin braille o sin botones accesibles. Un gran gasto con una gran omisión.
10. Señalética colocada demasiado alto
Un cartel puede tener información valiosa, pero si está colocado a 2 metros de altura, es ilegible para personas en silla de ruedas o con baja visión.
No basta con que las señales sean accesibles, también deben instalarse siguiendo criterios de accesibilidad que permitan que el espacio en el que se encuentran sea usable.

Muchos de estos errores se detectan después de haber invertido tiempo, dinero y recursos; y corregirlos suele implicar gastos y obras adicionales, que podrían haberse evitado simplemente con formación previa o con la colaboración de profesionales especializados en accesibilidad.
Y es que, en la mayoría de las ocasiones, fallos como estos son consecuencia directa de la falta de conocimiento, planificación o acompañamiento técnico durante el diseño, la reforma o la construcción de los espacios.
Certificar un espacio con AIS resuelve este tipo de problemas y evita cometer errores ‘tontos’ de accesibilidad ya que los asesores AIS acompañan en el proceso de diseño y evalúan espacios construidos. Aportando soluciones prácticas y sostenibles, mejorando la usabilidad y evitando o corrigiendo fallos que tienen un impacto real en la vida de las personas.
¿Cómo te ayuda AIS?
Si eres propietario o gestor de un activo, la contratación de la certificación te permite:
- Evaluar espacios existentes y detectar barreras físicas, sensoriales y cognitivas.
- Asesorarte en proyectos nuevos desde la fase de diseño.
- Acompañarte durante toda la vida del activo mediante los mantenimientos y recertificaciones.
- Asegurarte el cumplimiento de objetivos en materia de accesibilidad mediante la verificación de un tercero.
- La creación de un plan de acción en base a la gradualidad del sistema de 1 a 5 estrellas; y la organización de CAPEX y OPEX.
- Y a muchas cosas más.
Si eres un profesional o consultor, formarte en los procesos de AIS te ayuda a:
- Verificar las condiciones de accesibilidad de un espacio en base a la Norma AIS.
- Acompañar a tu cliente en la fase de diseño, de construcción y en la implantación de mejoras.
- Ayudarle a alcanzar en mayor grado de accesibilidad posible con AIS.
- Que tus clientes logren una inversión eficiente y eficaz en materia de accesibilidad.
- Y a muchas cosas más.