Con la entrada en vigor de la Ley de Accesibilidad Universal, la accesibilidad ha entrado de lleno en el debate social. Charlas, reuniones, guías, estudios, inversiones públicas y privadas, protestas y requerimientos… se centran en un concepto que, hasta hace pocos años, se considera un tema menor. Ahora no es raro escuchar hablar de temas como‘turismo accesible’ o ‘accesibilidad en la red’, ideas que, esperamos, terminarán por materializarse en logros reales, sobre todo gracias a la implantación y expansión del Sistema Indicador de Accesibilidad, AIS.

Sin embargo, en la mayor parte de los casos, se vincula indisolublemente accesibilidad y discapacidad. Y, ciertamente, las personas con discapacidad se benefician directamente de las medidas de accesibilidad. Pero, ¿realmente son las únicas?

La accesibilidad para AIS

Todo el mundo tiene en mente su propia definición de este término, en función de su experiencia personal y del contexto en que ha escuchado o leído su utilización. Sin embargo, ciñéndonos a la mayor autoridad lingüística en castellano, la Real Academia de la Lengua Española, accesible es:

  1. adj. Que tiene acceso.
  2. adj. De fácil acceso o trato.
  3. adj. De fácil comprensión, inteligible.

Para Fundación para la Accesibilidad y la RS y AIS esta definición se queda corta. Por ello, interpretan y modernizan el concepto, ampliándolo y ajustándolo a la vida real y a los acontecimientos cotidianos. Por ello, para nosotros, accesibles son:

Los entornos, tanto físicos como virtuales, que, por sus características técnicas y humanas, permiten disfrutarlos y vivirlos con seguridad y comodidad a cualquier usuario, sea cual sea su condición.

Desde esta perspectiva, la accesibilidad es seguridad, comodidad y diversidad, pero también ética y justicia. Por ello, las personas con discapacidad podrán moverse con facilidad por entornos accesibles física, sensitiva y cognitivamente, pero no serán los únicos.

¿Qué usuarios se benefician de la accesibilidad?

  • Personas con discapacidad

En España viven más de 3.800.000 millones de personas con algún tipo de discapacidad, física, sensitiva o cognitiva, según la encuesta‘Discapacidad, Autonomía Personal y Sistema de Dependencia’, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), con datos de 2008. Por desgracia, no existen estudios más recientes realizados con suficiente rigor para mostrarnos la foto real de este colectivo a día de hoy. Sin embargo, nos permite hacernos una idea de la magnitud de personas que se ven beneficiadas por la accesibilidad a todos los niveles.

Nos referimos, por supuesto, a las rampas de acceso o salvaescaleras, a los ascensores y a los aseos adaptados, entre otros, que facilitan la integración de las personas con movilidad reducida. Pero también a los bucles magnéticos, las señales con alto contraste o los mapas en braille, que son indispensables para que las personas con dificultades de tipo sensorial puedan relacionarse con el entorno en igualdad de condiciones; o a las señales accesibles y a la racionalización del espacio que facilitan la vida a las personas con discapacidad cognitiva.

  • Personas mayores

La mayoría de nosotros, cuando alcanzamos determinada edad, comenzamos a tener problemas de movilidad, de visión o de audición, entre otros. No se trata de personas con discapacidad, pero agradecen cualquier facilidad para que su interacción con el entorno sea lo más cómoda y segura posible. Muchos ni siquiera están enfermos, sin embargo, se cansan cuando permanecen demasiado tiempo de pie, por ejemplo en las colas, o pueden sentirse desorientadas en determinadas circunstancias.

No es ninguna sorpresa comentar que la sociedad española se encuentra cada vez más envejecida. De hecho, según los datos demográficos del INE de 2017, más de 8.700.000 personas tienen más de 65 años en España. Para ellos son fundamentales medidas como las barandillas o el cuerpo mayor de las letras en los documentos, entre otras muchas.

El señor Pérez va a un centro comercial

El señor Pérez tiene 72 y dedica todos sus ahorros a comprar caprichos a los suyos. Se acerca el cumpleaños de su nieto Diego y ha decidido regalarle ese móvil de última generación que quiere y se dirige a un centro comercial. Cuando llega a la puerta se encuentra una escalinata para acceder al interior, por lo que despacio y apoyándose en su bastón sube poco a poco hasta la puerta principal. Ha tenido suerte, con la lluvia los escalones estaban resbaladizos y una caída a su edad puede complicarse.

Cuando llega al interior se acerca al mapa para localizar la tienda de móviles, pero la letra es muy pequeña y el gráfico confuso, por lo que debe buscar la ayuda de otro comprador ya que tampoco hay ningún miembro del personal para echarle una mano.

Por fin llega a la tienda, elige su móvil y se acerca a la caja para pagar, pero la cola es larga y después de esperar 15 minutos de pie sin poder apoyarse en ningún sitio se plantea dejar el artículo. Sin embargo, ya le toca pagar así que busca la señal de bucle magnético para entenderse bien con el vendedor por que desde hace dos años lleva un audífono. Por supuesto, no lo encuentra y pasa un mal rato cuando la dependienta le cuenta los detalles del aparato. Cuando el señor Pérez sale finalmente del centro comercial ya ha decidido que la próxima vez elegirá un centro comercial accesible certificado con 5 Estrellas AIS.

  • Embarazadas

Las mujeres embarazadas, sobre todo en el tercer trimestre, se ven en ocasiones en contextos que las hacen sentir incómodas o cansadas, como la excesiva cantidad de escalones, las largas esperas en pie o cargar con demasiado peso. Situaciones que viven en multitud de ocasiones, como en el supermercado o en el autobús, y que serían mucho más sencillas de gestionar si contaran con el apoyo de medidas de accesibilidad, como los apoyos isquiáticos (elemento de mobiliario, opcional al banco, que permite el apoyo sin necesidad de sentarse).

Es difícil cuantificar el número de embarazadas en nuestro país, pero lo que sí podemos saber es que, en el primer semestre de 2017 (enero-junio) nacieron en España 187.703 bebés, según la Estadística de Nacimientos de INE. Por ello, podemos extrapolar que más de 300.000 mujeres están embarazas cada año y tienen que acudir a establecimientos que, en ocasiones, no son accesibles y, por tanto, no siempre plenamente seguros.

La señora Díguez va a una reunión

La señora Díguez está embarazada de ocho meses y se siente pesada e incómoda, pero muy sana y feliz, por lo que continúa trabajando. Esta mañana tiene una reunión de trabajo muy importante en la que utilizará unas diapositivas que proyectará desde su portátil y en la que entregará un dossier completo a sus potenciales clientes. Por ello, esta mañana ha cogido una maleta de trabajo con ruedas. Cuando llega a la recepción del edificio de oficinas se encuentra una inmensa cola y ni un solo lugar donde descansar, ni un apoyo isquiático ni un asiento, por lo que pasa un rato que le parece eterno hasta que consigue acceder.  

Lo malo es que los obstáculos no terminan ahí. Varios escalones separan el vestíbulo de los ascensores, por lo que tendrá que hacer maniobras para bajar su maleta, a pesar de que su médico le ha recomendado que no levante pesos, y no tendrá ni siquiera una barandilla para sujetarse y evitar una caída.

  • Familias

En 2016 en España vivían más de 8.100.000 familias con hijos. Todas estas personas se encuentran con retos diarios, que son más incómodos cuanto más pequeños son sus hijos. Muchos no son conscientes de la multitud de barreras arquitectónicas que nos rodean hasta que no nace su primer hijo y tienen que sortear a diario escalones, pasillos y cajas registradoras estrechos en los comercios, probadores y aseos donde no se puede acceder con un carrito de bebé…

Pero aún hay más. La limitación de altura de los menores, en ocasiones, dificulta su comunicación con dependientes que se encuentran en mostradores altos o su acceso a dispositivos de seguridad o lavabos, entre otros. Para ellos, también son esenciales los mapas y recursos visuales claros, que puedan entender de manera rápida y concisa.

El señor Díguez va al supermercado

El señor Díguez está casado y tiene dos hijos, de 6 años y de 18 meses. Hoy le toca ir al supermercado a hacer la compra y se lleva a los niños por que ya han terminado las clases. A pesar de que su lista de la compra es breve, la visita al súper se convierte en todo periplo: Los pasillos que no son demasiado estrechos para su carrito, están repletos de exhibidores que le impiden el paso. Por eso, le pide a su hijo mayor que se acerque al puesto de panadería para pedir en su lugar. Sin embargo, el dependiente no se da cuenta que de que tiene un niño por cliente por que su mostrador es demasiado alto, lo que le impide interactuar con él. Justo en ese momento, su hijo decide que tiene que ir al servicio con urgencia, pero el supermercado no cuenta con baños adaptados por lo que, de nuevo, no hay espacio para su carrito.

Tras decidir terminar sus comprar en una tienda de su barrio, donde siempre se siente bien recibido, va a la caja, pero de nuevo se encuentra con el problema de que su carrito no cabe en el estrecho acceso a la caja registradora.

Por último, cuando cree que su pesadilla ya ha terminado, tiene que superar dos escalones en la entrada con el carrito cargado de bolsas y con un niño agarrado a su cintura.

El señor Díguez decide que la próxima vez se informará de si el supermercado es cómodo para acudir en familia y si está certificado con AIS antes de decidirse por una cadena concreta.

  • Trabajadores y profesionales

Los repartidores, los albañiles o los trabajadores de mudanzas, entre otros, tienen que cargar con pesados paquetes que trasladan en carretillas. Pero no son los únicos profesionales que agradecen la existencia de una rampa de acceso. Cada vez son más los ejecutivos que acuden a sus reuniones con pequeñas maletas o maletines de ordenador con ruedas, para ellos también es más cómodo y seguro no tener que enfrentarse con escalones.

  • Personas con enfermedades o limitaciones temporales

Existen muchas personas que, sin tener ninguna discapacidad, tienen que soportar limitaciones en su movilidad o su visión fruto de una caída o de una operación. Por ejemplo, si te rompes una pierna pasas a engrosar temporalmente la lista de las personas que ven un reto en cada escalón.

Digo tiene que ir a la mutua

Digo es arquitecto y se ha roto una pierna mientras visitaba una obra. Ahora tiene que acudir a su mutua, pero cual es su sorpresa cuando descubre que se encuentra en el primer piso de un edificio. Existe un ascensor, pero debe avisar en el mostrador de recepción para que se lo abran, un mostrador que también se encuentra en el primer piso. Tras un momento de duda, decide subir despacio y con precaución. No quiere romperse otra pierna. Cuando, por fin llega a su destino, hará saber a la recepcionista de su disgusto por que la mutua no sea accesible y no esté certificada con AIS.

Todas estas categorías demuestran que todos los ciudadanos, a lo largo de su vida, se verán beneficiados de las medidas e inversiones en accesibilidad. Aunque no seamos personas con discapacidad, todos somos ese niño que no alcanza al mostrador, ese joven que se rompe una pierna jugando al fútbol, ese trabajador que acude a reuniones con pesadas presentaciones, ese padre o madre que utiliza un carrito de bebé y ese mayor que necesita un bastón o gafas.

Pensando en todas estas personas, Fundación para la Accesibilidad y la RS creó el Sistema Indicador de Accesibilidad, AIS, que certifica el grado de accesibilidad de empresas, instituciones y entidades otorgando de 1 a 5 Estrellas.  AIS evalúa y certifica el grado de accesibilidad de todos los elementos que constituyen el conjunto de estructuras físicas, funcionales y virtuales.

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